Leer en inglés con mentalidad de siglo XXI
La forma en la que aprendemos a leer moldea la manera en que entendemos el mundo. Y en México, seguimos aferrados a un método que ya dio lo que tenía que dar: el método silábico. Un enfoque que, aunque fue funcional para el español hace décadas, hoy es un obstáculo para aprender otras lenguas, especialmente el inglés.
El método silábico, basado en la combinación de sílabas (ma-me-mi-mo-mu), se sostiene gracias a la naturaleza transparente del español: lo que se escribe, se pronuncia. Pero cuando intentamos aplicar este método al inglés —un idioma con reglas ortográficas irregulares y sonidos que no siempre corresponden a las letras—, simplemente no encaja. Y no solo no encaja: retrasa el aprendizaje, lo distorsiona y frustra tanto a estudiantes como a docentes.
La solución no está en "mejorar" el método silábico. Está en superarlo. Métodos más actuales como el enfoque de palabras completas (look-say) o la enseñanza por chunks (fragmentos con sentido, no sílabas sueltas) ofrecen una alternativa mucho más efectiva. No solo porque se adaptan mejor a la naturaleza del inglés, sino porque entrenan a los estudiantes a reconocer patrones reales del lenguaje, a desarrollar fluidez, comprensión, y sobre todo, a usar el idioma de manera funcional.
El método silábico: lento, mecánico y desfasado
Hay que decirlo sin miedo: el método silábico es arcaico. No lo digo solo yo. Numerosos estudios han señalado que, aunque pueda ayudar a algunos niños a dar sus primeros pasos en la lectura, es lento, mecánico y poco eficiente a largo plazo (Jiménez & Ortiz, 2001; Manrique, 2010).
La fragmentación de las palabras en sílabas obliga al estudiante a centrarse más en la forma que en el significado. Se entrena el músculo de la decodificación, pero no el de la comprensión. Es como aprender a armar un rompecabezas sin saber qué imagen estás formando.
Cuando este método se intenta aplicar al inglés, la cosa se complica aún más. Como la correspondencia entre letra y sonido en inglés no es directa, los estudiantes empiezan a inventar sonidos para forzar una lectura que tenga sentido para ellos. El clásico "es-kul" en lugar de "school" es un ejemplo clarísimo de esto. No existe una e en school /skuːl/.
Y el problema no es solo de pronunciación. Este tipo de errores refuerzan patrones incorrectos que luego son difíciles de eliminar. Se vuelve más difícil reaprender que aprender bien desde el inicio.
El enfoque look-say: ver la palabra como una unidad
El método de palabras completas (look-say) propone algo mucho más natural: enseñar a leer reconociendo visualmente la palabra como un todo, no descomponiéndola. Así como aprendemos a reconocer rostros, señales de tránsito o logotipos, también podemos aprender a identificar palabras frecuentes sin necesidad de decodificarlas letra por letra.
Esto es especialmente útil en inglés, donde muchas palabras no siguen reglas fonéticas predecibles. Palabras como "said", "enough", o "could" no se benefician de un análisis silábico, pero sí pueden ser memorizadas y reconocidas de forma visual si se presentan en contexto.
Este enfoque también ayuda a leer con más fluidez, porque permite que el estudiante asocie directamente la palabra con su significado, sin tener que pasar por el proceso intermedio de descifrar su forma. Y eso tiene un impacto directo en la comprensión lectora, tanto en inglés como en español.
Enseñar chunks: pensar en frases, no en letras
Otro enfoque que cada vez gana más terreno es el de la enseñanza por chunks. Aquí no se enseña una palabra aislada ni mucho menos una sílaba: se enseña una unidad con sentido, una frase corta que funciona como un bloque de comunicación real: "How are you?", "I don’t know", "Can I help you?"
Los chunks permiten que el estudiante internalice estructuras sin tener que entender cada una de sus partes desde el inicio. Es una forma de acercarse al idioma como lo hacen los hablantes nativos: escuchando, repitiendo, entendiendo desde el uso.
Esto entrena no solo el oído y la memoria, sino también la confianza para hablar. El estudiante siente que sí puede decir cosas en inglés desde etapas tempranas, sin necesidad de "entender toda la gramática" para comunicarse.
México y América Latina: ¿por qué seguimos tan atrás?
México, al igual que muchos países de América Latina, sigue enseñando lenguas extranjeras con enfoques obsoletos. Y eso nos pasa factura. Según datos de la OCDE, seguimos muy por debajo del promedio en competencia de lenguas extranjeras, incluso comparados con países que invierten menos por estudiante.
Nos aferramos a métodos que no funcionan, a libros de texto que repiten fórmulas viejas, a prácticas heredadas de generaciones anteriores. Y lo más grave: no formamos a los docentes con estrategias específicas para enseñar inglés. Muchos maestros hacen lo que pueden con lo que tienen. Y eso, aunque es admirable, no es suficiente.
Si queremos que las nuevas generaciones aprendan inglés (y otros idiomas) de forma funcional, necesitamos replantear completamente la forma en la que enseñamos a leer. Y eso empieza desde el aula, desde los primeros años, desde la primera palabra.
Conclusión: leer bien para aprender bien
La forma en la que enseñamos a leer determina mucho más que la lectura. Afecta cómo pensamos, cómo aprendemos, cómo nos comunicamos. Si seguimos enseñando inglés como si fuera español, y si seguimos enseñando a leer con métodos que ignoran la naturaleza del idioma, vamos a seguir quedándonos atrás.
Hay alternativas. Existen métodos que funcionan mejor. Y no son nuevos, ni experimentales. Simplemente están mejor adaptados al mundo en el que vivimos.
Es momento de actualizarnos. No porque esté de moda, sino porque es urgente. Leer bien no es solo pronunciar bien. Es entender bien. Y eso se enseña desde el principio, con los métodos correctos.