México y el inglés: ¿qué estamos haciendo mal?
México es un país turístico, eso nadie lo duda. También es una de las economías emergentes más grandes del mundo. Tenemos millones de visitantes al año, somos vecinos de Estados Unidos, y además estamos rodeados por un contexto global que gira cada vez más en torno al inglés. Pero, sorprendentemente, seguimos siendo un país donde la mayoría de la población no habla inglés.
Y no hablo de hablarlo perfecto. Hablo de tener lo mínimo para sostener una conversación básica, pedir algo en inglés, entender instrucciones, poder aplicar a una vacante internacional, o simplemente no sentirte perdido cuando aparece una oportunidad fuera del país.
Esto me hace preguntarme muchas cosas. ¿Por qué nosotros no? ¿Por qué Japón sí? ¿Por qué otros países, incluso con condiciones más difíciles, lo están logrando, y nosotros no?
No somos los únicos, pero eso no es consuelo
España, por ejemplo, también tiene un problema serio con la enseñanza del inglés. Y estamos hablando de un país europeo, desarrollado, con un sistema educativo sólido y con salarios altos para sus docentes. Aun así, no logran enseñar inglés de forma efectiva en sus escuelas públicas.
Pero la diferencia es que en España ya se habla del tema abiertamente. Se reconocen los fallos del sistema. Se están buscando cambios, reformas, alianzas internacionales. Hay un esfuerzo, aunque imperfecto, por corregir el rumbo.
En México no veo eso. Aquí el inglés se sigue tratando como una materia más. Algo que se cubre porque está en el plan de estudios, pero no se enseña con intención real. No hay una política pública que tome en serio el inglés como herramienta estratégica. Es como si no se entendiera el valor que tiene.
¿Por qué es tan importante el inglés?
No porque sea “el idioma de los gringos”. Ni porque sea cool. Ni porque lo diga yo. El inglés es el idioma base de los negocios, la tecnología, la ciencia, el turismo, la diplomacia, la educación internacional.
Es el idioma que usan los países para hablar entre ellos cuando no tienen otro en común. Es el idioma que te abre puertas, que te da acceso a información, a oportunidades, a redes. Y eso no es ideología, es un hecho.
Negarse a ver eso es condenarse a quedarse fuera.
¿Qué estamos haciendo mal?
Yo creo que el problema en México es estructural, pero también cultural. En lo estructural: no tenemos suficientes maestros capacitados. Muchos enseñan inglés sin hablarlo con fluidez. No hay materiales actualizados. Las clases se enfocan en gramática, en llenar huecos, en repetir sin entender. Y luego nos sorprende que nadie hable inglés después de 9 años de estudiarlo en la escuela.
Y en lo cultural… simplemente no nos lo tomamos en serio. Se ve como un lujo, como algo que no es para todos. Como si hablar inglés fuera un extra, no una necesidad. Y eso pesa. Porque si no hay una convicción colectiva, si nadie exige una mejor educación en inglés, entonces nada cambia.
¿Qué han hecho otros países que sí ha funcionado?
Países como Japón, Corea del Sur, o incluso Vietnam, han entendido que el inglés es parte de su desarrollo. Y lo han abordado con políticas claras. Han invertido en formación docente, en materiales auténticos, en exponer a los estudiantes al idioma desde edades tempranas, pero también en cambiar la mentalidad de la sociedad.
Saben que enseñar inglés no es solo enseñar un idioma, sino preparar a sus ciudadanos para participar en el mundo. Y lo hacen con disciplina, con estrategia, y sin esperar resultados inmediatos. Lo hacen porque saben que vale la pena.
En algunos países, incluso se han dado cuenta de que sus propias universidades no pueden competir si sus alumnos no saben inglés. Así que han traducido carreras enteras, han creado exámenes de salida, y han condicionado becas a un mínimo de competencia lingüística.
Mientras tanto, en México, seguimos discutiendo si es elitista pedir inglés en una vacante.
¿Y ahora qué?
No se trata de que todos hablen inglés nivel C1. Pero sí de que tengamos una base común, un nivel funcional, una capacidad mínima para movernos en un mundo que lo exige.
Para lograr eso, necesitamos cambiar muchas cosas: cómo formamos a los maestros, cómo se enseña en clase, qué tipo de materiales usamos, y sobre todo, cómo hablamos del inglés como sociedad. Tenemos que dejar de verlo como un lujo o como algo opcional.
Porque el problema no es que no podamos aprender. El problema es que no hemos decidido hacerlo en serio.
Este no es un reclamo ni una queja vacía. Es una observación con muchas preguntas detrás.
¿Qué estamos esperando? ¿Que llegue otra generación y pase lo mismo?
¿O vamos a admitir que algo no está funcionando y hacer algo al respecto?
Ahí lo dejo.